En realidad, los coches ecológicos no son coches ecológicos. Los coches propulsados por energías limpias son sostenibles (hasta un punto), no contaminan, pero no son estrictamente ecológicos. Porque no son desechables. Cuando acaba su vida útil, no se biodegradan. En otras palabras, los coces eléctricos también acabarán en un desguace o, peor aún, en un vertedero.
Pero al final siempre aparece alguien que demuestra que las cosas se pueden hacer mejor. Y así lo han hecho desde la Universidad de Warwick, en el Reino Unido. Han desarrollado el verdadero coche ecológico, un automóvil con ruedas fabricadas con aceites elaborados con patata y maicena, asientos fabricados con fibra de cáñamo y endurecidos con resinas vegetales, pastillas de freno hechas de lino y, faltaría más, combustible elaborado con fermento de trigo y remolacha azucarera. La carrocería es de hierro y aluminio. En resumen, el Eco One es biodegradable en un 95%. La verdad es que con esos componentes casi podríamos decir que además es comestible.
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